Derecho de palabra no es debate

Una cadena de opiniones diversas generó la intervención de los dirigentes estudiantiles el jueves pasado en la Asamblea Nacional.

Por un lado, críticas acerbas por una retirada que pareció intempestiva y que algunos interpretaron como cobardía; por el otro, expresiones de apoyo y comprensión a la actuación de estos estudiantes, tanto en cuanto al contenido de sus planteamientos y exigencias, como en lo que respecta a su comportamiento, cumplida la misión que se habían impuesto.

Lo primero que debe quedar claro es que los estudiantes universitarios, cuando en la sede de la Conferencia Episcopal Venezolana recibieron al diputado Ismael García y a otros de sus colegas, solicitaron, verbalmente y también por escrito, el "derecho de palabra" ante la Asamblea Nacional. Ello con la finalidad de responder a las múltiples acusaciones y ofensas proferidas por sectores del oficialismo que, sin respeto alguno, difundieron la especie de una conspiración política a través del movimiento estudiantil, en lo que el propio presidente Chávez ha calificado de "golpe suave con mecha lenta".
Los estudiantes pidieron el derecho de palabra para exigir respeto y efectivas garantías de los derechos civiles de todos los venezolanos. En ningún momento propusieron la realización de un debate entre universitarios en el escenario de la Asamblea Nacional.
La estratagema del debate surgió del laboratorio oficialista, donde mismo se planificó la emboscada mediática que presentaría una serie de láminas y videos seleccionados con la finalidad de propiciar una confrontación ajena al tema llevado por los universitarios replicantes, y el montaje de un "reality show" con la deliberada intención de arrastrar a los visitantes al terreno de los asambleístas y estudiantes chavistas.

Pero, si bien el retiro de los dirigentes universitarios no obedeció a un impulso improvisado, pues había sido ya anunciado por Douglas Barrios durante la lectura del documento presentado -"Nos retiramos, por ahora"-, y si el mejor escenario para un debate de ideas y propuestas entre estudiantes no es la Asamblea Nacional, sino las casas de estudio, las comunidades, la calle, tal como el orador puntualizó en su exposición, la opinión de muchos es que los jóvenes representantes del movimiento estudiantil debieron permanecer en el hemiciclo y escuchar a los otros.

Aunque la finalidad de su presencia en la Asamblea Nacional no fuera la discusión desde posturas ideológicas y políticas distintas, sino la de ejercer el derecho de palabra, incluso este ejercicio requería del esfuerzo adicional de una contrarréplica.

La confusión creada en torno a los conceptos "derecho de palabra" y "debate" ha dado lugar, sin embargo, a interpretaciones, en su mayoría, equivocadas. Para debatir es preciso establecer previamente y de mutuo acuerdo las reglas y condiciones del mismo. Esto no fue lo que sucedió. Esto no fue lo que plantearon los jóvenes del movimiento estudiantil, quienes no se dejaron "coger a lazo", ni por los diputados ni por sus adoctrinados pupilos, para servir de bufones en un espectáculo cuyas peripecias habían sido malintencionadamente preparadas por el oficialismo.

Comparto la opinión de quienes piensan que debieron quedarse para descargar una contrarréplica, aun cuando considero muy justificadas las razones por las que se retiraron apenas ejercieron el derecho que se les confirió.

12 de junio de 2007

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