Bautizo de "La revancha del silencio" - Palabras


Poco después del mediodía comenzó a llover copiosamente en Caracas y pensé: "¡Listo! Se nos aguó la fiesta". Afortunadamente, el palo de agua amainó cerca del atardecer, pero el tráfico estaba congestionado en toda la ciudad. Úrsula Rodríguez de Editorial Ficción Breve Libros tenía todo organizado en la Librería Alejandría II del Centro Comercial Paseo Las Mercedes. A las seis de la tarde yo apenas había logrado avanzar cuatro cuadras más allá de mi casa y el bautizo de mi novela "La revancha del silencio" estaba previsto para las siete en punto.

En una ciudad como Caracas la puntualidad es un hábito suizo, no criollo. Aquí los relojes funcionan por aproximación: como a las siete o a eso de las siete realmente significa que se llegará a la cita sobre las siete o entre las siete y las ocho. Sin embargo, no me fue tan mal durante el trayecto y logré estar en la librería cuando faltaban diez minutos para las siete, porque -aunque usted no lo crea- conseguí un puesto vacío en seguida que entré en el estacionamiento. Dentro de la siguiente media hora arribaron, unos tras otros, los invitados, pero el padrino de mi libro estaba aún atascado en una cola y, preocupado por su demora, me enviaba mensajes de texto. Como vi que algunos se paseaban divinamente por entre las estanterías, mientras otros conversaban, o solicitaban que les autografiara el libro, le envié al padrino un mensaje antiestrés.

Rodney Casares, librero de Alejandría II, amablemente atendía a los compradores y su caja registradora con cierta frecuencia emitía ese sonido tintineante que celebra el pan de cada día. Úrsula Rodríguez no perdía de vista los detalles logísticos. Jason Maldonado, conductor de Librería Sónica, charlaba muy animado con Lector Metálico, Lector Cómplice y otros lectores. Gonzalo Himiob, cuya novela compartiría con "La revancha del silencio" la pila bautismal, recorría un tanto inquieto el establecimiento, hablaba con la gente, enviaba tweets, miraba su reloj y, arqueando las cejas, me miraba a mi. Cada vez que nuestras miradas se cruzaban, yo le devolvía una sonrisa que pretendía ser o parecer tranquilizadora.

Finalmente, a eso de las ocho, el también escritor Jason Maldonado abrió el acto con la presentación de "Sentir la sed", de la cual leyó una reseña, cuidadosamente elaborada, que interesó a los presentes en la historia narrada por Gonzalo Himiob y destacó las cualidades del escritor, cuya obra anterior "Ausencias deja la noche" ha gozado de una excelente receptividad. Acto seguido intervino el abogado administrativista Alfredo Parés Salas, en esta ocasión en su rol de fotógrafo tanto de la imagen de la portada de mi novela y de la foto en la solapa como del evento que se desarrolló esta noche, pero mi amigo en vez de referirse al libro prefirió elogiar a la autora, y todo lo que dijo fue tan exageradamente bueno que yo no sabía en cuál estante meterme. Le sucedió en el discurso el periodista Norberto Mazza, conductor del programa de televisión Grado 33 que se transmite de lunes a viernes en horario estelar -a las ocho en punto- por Globovisión, y padrino de "La revancha del silencio". Mi apreciado mago de los medios hizo gala de su profesionalidad y carisma al contar algunas anécdotas sobre las mutuas coincidencias e influencias de nuestra amistad y, por supuesto, sobre las peripecias de mi libro cuando aún era un simple borrador.

Los últimos en tomar la palabra fuimos los autores. Gonzalo Himiob tuvo un gesto loable al dedicar el bautizo de su novela a los estudiantes, que durante casi un mes se mantuvieron en huelga de hambre para exigir al gobierno una serie de rectificaciones y garantías de protección de los derechos humanos de los presos políticos. Por mi parte, agradecí a todas las personas allí reunidas su presencia; a Gonzalo Himiob su confianza en mi trabajo literario como para sugerirle al editor Roger Michelena la publicación de mi novela; y a Ficción Breve Libros por editarla, promocionarla y distribuirla.

Concluida la fase discursiva, pasamos al rito sacramental del bautismo: Gonzalo y yo abrimos nuestros respectivos libros en "la página buena" (Sartre dixit), Jason se hizo cargo de la bandeja con los pétalos de rosa y Norberto empuñó la botella de vino, pero esto no se los voy a contar, porque les resultará mucho más entretenido ver las imágenes aquí.

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