Don Tello, el alcalde

En la obra "El mejor alcalde, el rey", de Lope de Vega, el personaje principal, don Tello, alcalde de una tranquila villa de la Galicia medieval, se destaca por ciertas características que definen su personalidad: poderoso, orgulloso, lascivo y violento.

Aparentemente enamorado de Elvira, el rechazo de que es objeto por parte de la doncella le lleva a cometer un acto execrable que él justifica para salvaguardar su virilidad, puesta en duda debido a su ya muy prolongada soltería. A lo largo de toda la trama lo que se evidencia es que don Tello abusa del poder usando la fuerza, en este caso, contra la resistencia de Elvira, pero su agresividad hacia ella es una forma tangencial de insultar la masculinidad de otros hombres y, en este contexto, subyace en la violación un mensaje intimidatorio dirigido a todos los pobladores de la villa.

Metafóricamente, Elvira, la doncella raptada, representa al pueblo sometido a la arbitrariedad del viejo alcalde, y su insistente acoso nada tiene que ver con el amor, sino con su loca obsesión de poseerla, únicamente para satisfacer su ego lesionado y sembrar el temor entre los habitantes.

Los críticos literarios Austin y Weston interpretan la actitud violenta del personaje como "su manera de enfrentarse con la oposición o la frustración o el obstáculo". Así, en una escena en la cual Sancho entra con su amigo Nuño para rescatar a su prometida, el alcalde, contrariado, exclama: "Todos me mueven a ira", y luego ordena: "estos villanos matad". Frases que en el lenguaje coloquial criollo se traducirían más o menos así: "Todos me tienen arrecho. Saquen a esos carajos de aquí" (con perdón).

Si tuviésemos que recurrir a esta comedia para parangonar el comportamiento de algún don Tello autóctono del siglo XXI con el del don Tello español del siglo XVI, no cabe duda de que nuestra opinión coincidiría con la de Austin y Weston, por lo menos, en cuanto al convencimiento del alcalde de que hay ciudadanos que pretenden afrentarlo por el simple hecho de compartir con él un mismo espacio en un mismo momento, que su profundo desprecio por el prójimo, especialmente por los adversarios, le induce a "exagerar sus cualidades masculinas más negativas, es decir, la agresión, la brutalidad y la violencia", y que con sus estallidos de ira sólo quiere demostrar que él es el único que manda en "su rinconcito del mundo".

El problema de don Tello puede resumirse en los siguientes términos: una alucinante intolerancia, un miedo metastásico incontrolable y una absoluta incapacidad para el éxito. Todas estas son razones de sobra para no soportarse a sí mismo. Pero dada la impensable posibilidad de que lo admita, es mucho más sencillo y divertido para él dedicarse a la pendencia. De ahí que en los actuales tiempos, a cualquier don Tello baladrón le dé por encarcelar a una multitud de manos blancas o por manotear la gorra de algún espectador en el estadio.

Afortunadamente, en la última escena don Tello es ejecutado, Elvira recobra su honor y la paz retorna al pueblo.

24 de julio de 2007

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